Las cumbres están nevadas. Ha llegado tarde, la nieve, este año, pero blanquea en lo alto de esta sierra miremos prácticamente donde miremos. Y, al parecer, vienen otros días fríos y con nuevos frentes que traerán más. Es una buena noticia. De momento a nosotros nos sirve para maravillarnos con la estampa y para sentir la atracción de estas montañas, de la sierra de Gredos o Gredos, como también se le suele llamar.
Texto y fotos: Óscar Checa Algarra
Esa apelación, así a secas, omitiendo la referencia geológica, lleva la mente a una especie de te
El viaje comienza en el externo suroccidental de Madrid, en la zona de San Martín de Valdeiglesias, al sur de las estribaciones orientales de Gredos. El nombre viene de antiguo y haría referencia al “valle de las iglesias”, en alusión al gran núm
En realidad está en el término de Pelayos de la Presa por lo que también se conoce por ese nombre, aunque ni la ubicación ni toda su historia ni los diferentes estilos arquitectónicos que guarda le libraron de la desamortización y posterior decadencia. A finales del siglo XX, el arquitecto Mariano García Benito lo compró y unas décadas después lo donó al ayuntamiento. Se creó una Fundación que hoy se encarga de ir restaurando el edificio y que desde hace unos años también organiza visitas. En estas visitas se pueden recorrer todos los rincones del monumento, empezando por la capilla mozárabe que sería parte de la ermita que dio origen al monasterio, la enorme iglesia desprovista ahora de su cubierta, los claustros, el refectorio… y veremos las singularidades que guarda, además de otros detalles como el referente al fantasma que, dicen, habita aquí.
Sería el fantasma de Doña Elvira, la mujer de Rafael de León, el ebanista que construyó
El caso es que este gran monasterio determinó en gran parte el paisaje agrícola de la zona, pues muchos de los terrenos dedicados a viñedo vendrían de aquella época. Un gran número se han perdido o se han abandonado, pero otros se han mantenido y se han recuperado con proyectos recientes como el de Las Moradas de San Martín. El GPS se empeña en meternos por trochas que se corresponden con viejas sendas que, me digo a mí mismo, datan de los años en que los primeros monjes llegaron al valle.
El entorno es espectacular: una colina por la que serpentea la carretera entre encinares y
En estos terrenos altos, de suelos pobres, arenosos, me cuenta Isabel, la Garnacha frena un poco su tendencia a la productividad y saca racimos más pequeños, está más aireada y madura mejor que en las partes bajas del valle donde, además, con la humedad suele ser atacada por la botritis. En los recorridos explican el ciclo de la vid y lo ponen en relación con el entorno, donde abundan las plantas aromáticas y el matorral mediterráneo.
Esta, además, es zona ZEPA, de especial protección para las aves, por lo que uno se siente en un pequeño paraíso donde volver a conectar con la naturaleza… ¡y con el universo! porque otra de las actividades de enoturismo es la Cata bajo las estrellas, en la que tras la visita a los viñedos a última hora de la tarde con el equipo técnico, pasamos a observar el cielo nocturno de la sierra de Gredos con la ayuda de astrónomos profesionales y degustamos los vinos de Garnacha y Albillo Real. Deleite puro.
En Tierra Calma ocurre algo parecido. La belleza del entorno y la idea de recuperar los vi
Esa también es la filosofía de la tercera bodega que visitamos, Ca’ di Mat, aunque el nombr
“Hay que estar locos para aventurarse en la viticultura”, les decían cuando empezaron a plantearse la idea; y de ahí surgió ese ‘casa de locos’ que habla de la audacia y de la osadía más que otra cosa. Bendita locura, pensarán ahora aquellos, porque Ca’ di Mat se ha convertido en uno de los referentes de la vitivinicultura de Gredos, con su filosofía de intervención m
Ponemos ahora dirección a Cebreros, ya en la provincia de Ávila. Desde San Martín de Val
A un lado de la vieja cañada, a los pies del cerro de Guisando, un rebaño de vacas pace tranquilamente en los pastos que, con las lluvias de este invierno, lucen espléndidos. Y justo enfrente, al otro lado de la carretera, están los Toros de Guisando, los verracos de piedra, unas esculturas zoomorfas que representan toros y cerdos, y que están relacionados con las mani
Estos han pasado a la historia por encontrarse junto a la venta donde en 1468 la infanta Isabel y su hermano, rey de Castilla, Enrique IV, firmaron el pacto por el que Isabel se convertiría en la heredera del trono. Esa venta servía de lugar de avituallamiento y descanso para los pastores de la Mesta que transitaban por la Cañada Real. Hoy no queda nada de aquel edificio, aunque más adelante todavía siguen en pie algunos de los puentes por los que cruzaron durante siglos todos los rebaños, como el de Valsordo, de origen romano y donde se cobraban 43 maravedíes y medio por cada millar de cabezas de ganado que pasaran. Un poco más arriba en el curso del mismo río, el Alberche, hay otro puente junto al trazado del nuevo viaducto, nada más salir de El Tiemblo. Lo llaman el Puente antiguo del Alberche. Este es más moderno pero igualmente atractivo.
Poco antes de llegar a Cebreros, vemos la silueta alargada de Tierra de Cebreros, un complejo enoturís
Las visitas a la bodega se realizan en grupos durante los fines de semana. El recorrido comienza junto al viñedo, pasa por las naves de elaboración y de barricas y termina en la moderna sala de catas, donde se aprenden los conceptos básicos y donde, sobre todo, se degustan los vinos de Garnacha y Albillo Real. De todas formas, la mejor manera de disfrutarlos es en los restaurantes del hotel, el Sursum, que está en
Nos levantamos para ver amanecer antes de emprender la última parte del viaje. Clarea el cielo por las colinas del este y se vuelve naranja, mientras en el oeste, las cumbres nevadas de las estribaciones de Gredos adquieren tonos rosados por unos instantes. Y en mitad de todo, el viñedo que se extiende ladera abajo y que pronto empezará a brotar con la llegada de la primavera.
Con esa imagen nos vamos y ponemos rumbo sureste porque el viaje finaliza en la otra
Son viñedos de montaña, como los que cultivan en Huellas del Tiétar, la bodega de Lanzahíta a la que acabamos de llegar. Nos recibe Teresa. Su padre fue el gestor de todo este proyecto. Empezó en 2013 haciendo vino en un garaje para recuperar los viñedos que se estaban abandonando en la zona o que se arrancaban. Con el tiempo montaron la bodega y un espacio para eventos, aquí, en la falta del monte de La Abantera, y acaban de inaugurar un restaurante que completa la oferta enoturística.
Teresa se encarga, entre otras cosas, de las visitas de enoturismo y con ella recorremos la finca mientras, mapa en mano, nos explica el entorno, la geología, la historia de la Denominación de Origen, las variedades, las peculiaridades de esos viñedos de montaña y la propia historia de la bodega. Es una visita muy didáctica y divertida en la que volvemos a encontrar una nave de elaboración de pequeño tamaño, como en el resto de bodegas (a excepción de la de Tierras
Tierras de Cebreros
Es elegante. La arquitectura del edifico que acoge el complejo enoturístico Tierras de Cebreros se identifica desde lejos pero no rompe la armonía de este valle del Alberche. Se extiende en horizontal, con líneas puras, rectas, sobrias pero amables; como un ejemplo más de que el hormigón también puede llegar a formar estructuras delicadas. Dentro, sorprende la práctica ausencia de muros separadores a lo largo del gran corredor en el que se suceden el restaurante Sursum
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