«El Lobo de Valtravieso», de Daniel Bilbao, es la sexta entrega de la exitosa serie «Las crónicas de Güilliam de Canford» y se desarrolla en la bodega Valtravieso en la D.O. Ribera del Duero.
Bodegas y Viñedos Valtravieso se hace un hueco en la literatura española gracias a “El Lobo de Valtravieso”, la última novela de Daniel Bilbao. La bodega de Ribera del Duero es el escenario donde se desarrolla la sexta entrega de la exitosa serie «Las crónicas de Güilliam de Canford», una mezcla de intriga y humor que se adentra en profundidad en la historia medieval. En esta entrega, la trama se desarrolla en Ribera del Duero, donde Valtravieso juega un papel protagonista fusionando la historia del vino con un relato cargado de aventura.
Su autor describe «El Lobo de Valtravieso» como «una novela negra de la Edad Media con mucha retranca, ambientada en un momento de la historia en la que hay una evolución en el proceso de elaboración del vino». Bilbao destaca la influencia de los monjes en esta transición histórica y cómo el humor, la tensión, la violencia y un toque de erotismo se entrelazan en la trama.
Motivos de una elección
El autor explica que la elección de Valtravieso como escenario de la novela fue porque «buscaba una ubicación donde pudiera ocurrir la trama de mi nueva novela ambientada en la Edad Media y solo Ribera del Duero y Rioja podían aportarme lo que necesitaba. Además, los viñedos de Valtravieso es un enclcave único que me encajaba muy bien cerca del Monasterio de Valbuena, que también aparece”. Además, ha destacado su admiración por los vinos que elabora la bodega y su vínculo personal con el consejero delegado y director de Bodegas y Viñedos Valtravieso Pablo González Beteré, con quien le une una amistad desde hace años.
Un arquero mercenario
Con «El Lobo de Valtravieso», Daniel Bilbao presenta la sexta entrega de «Las crónicas de Güilliam de Canford», el protagonista de la serie que el autor define como «un arquero mercenario que se ve envuelto en muchas aventuras y líos varios». Junto a él, su compañera María La Gatusa añade un contrapunto curioso con su independencia y sentido del humor.